por Horacio Omar Rivas, C.S., de Boston, Massachusetts
Miembro del Cuerpo de Conferenciantes de La Iglesia
Madre,
La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, U S. A.
El conferenciante dijo en substancia lo siguiente:
Tiempo atrás me encontraba conversando con un técnico en televisión y le pregunté si él miraba la pantalla mientras arreglaba un aparato de televisión. Y me respondió: "No, jamás le presto atención a la pantalla. Por lo general es algún problema interno lo que necesita ser reparado. La pantalla refleja solamente lo que está adentro".
Ese mismo día, cuando regresé a mi casa, comencé a pensar en nuestras vidas como si fuera una pantalla de televisión. Sobre esa pantalla vemos reflejadas muchas imágenes diferentes. Algunas son agradables de contemplar, pero otras — y esto lamentablemente, para mucha gente — están lejos de ser ideales. Muchas de estas imágenes son oscuras, distorsionadas e imprecisas.
A veces lo que se presenta es un cuadro de desaliento y pobreza, proyectando una triste sombra sobre nuestro horizonte de esperanzas y buenos propósitos. Otras veces el cuadro es de enfermedad, distorsionando la imagen o el ideal que todos tenemos de lo que es la buena salud y la armonía. Y también, en ciertos momentos, lo que contemplamos es un cuadro de apatía y frustración.
El técnico en televisión al cual acudí, lograba buenos resultados al componer las imágenes distorsionadas que aparecían en la pantalla de televisión. No se alarmaba ante el cuadro confuso — como a veces nos alarmamos muchos de nosotros, especialmente cuando esto ocurre durante nuestro programa de televisión favorito. Aquél técnico miraba dentro del aparato, hallaba el origen del problema, y lo corregía.
Hoy desearía conversar con Uds. acerca de esto — no acerca de arreglar aparatos de televisión, por supuesto. Pero quisiera razonar junto con todos Uds. acerca de una manera de corregir las imágenes oscuras y distorsionadas que se presentan en nuestra vida.
No necesitamos ser eruditos en historia universal para percibir que la historia de la humanidad siempre ha sido una mezcla de cosas buenas y malas. La historia de nuestros pueblos y países — y aun el pasado inmediato de muchos de nosotros — parece ser una serie de realizaciones y fracasos, victorias y desilusiones, de paz y violencia. Y podríamos decir que en la vida de mucha gente el cuadro de armonía se ha presentado con menos frecuencia que el del sufrimiento. A nadie le gusta la imagen distorsionada, pero muy a menudo es lo que se presenta.
¿De dónde proviene esta mezcla de bien y mal? ¿Qué constituye esta imagen distorsionada? Con seguridad es lo que vemos y oímos, lo que percibimos por medio del gusto, el olfato y el tacto; en otras palabras, lo que nos informan los sentidos físicos y las interpretaciones que esos sentidos nos imponen por medio del cerebro.
Algunas personas, cansadas de ser las víctimas indefensas de las imágenes distorsionadas, han decidido hacer como el técnico en televisión del cual les hablé. Es decir, han decidido mirar en otra dirección, mirar "introspectivamente", hacia adentro, diríamos, para corregir el problema desde su origen, en lugar de contemplar solamente lo que aparece sobre la superficie.
Muchos dirán que eso es escapar de la realidad, alegando que los sentidos físicos nos muestran la verdadera imagen de las cosas. Pero, ¿es verdad esto? ¿Siempre creemos lo que vemos? ¿Tenemos que creerlo? ¿Acaso los sentidos físicos nos muestran constantemente lo que es verdadero? ¿Tenemos que aceptar la imagen distorsionada como si fuera obligatoria?
Ustedes no tienen que considerar mi respuesta a estas preguntas como definitiva. Pero es de observar que aún los físicos tienen esos mismos interrogantes; y algunos de ellos están llegando a conclusiones muy interesantes — conclusiones que pueden ayudarnos a corregir nuestra manera de mirar las cosas.
Por ejemplo, el Dr. Richard Gregory, de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, recientemente hizo una serie de experimentos con personas que afirmaban la existencia de objetos y situaciones que eran sólo el producto de su propia imaginación. Luego de terminar sus experimentos, este físico resumió su descubrimiento con esta declaración: "No solamente creemos lo que vemos, sino hasta cierto punto vemos lo que creemos". (1)
El Dr. Gregory también declara que los sentidos físicos pueden ser engañados y su percepción puede sufrir distorsiones. Y esta autoridad está hablando de los mismos sentidos que nos presentan esta imagen distorsionada, este cuadro que es una mezcla de bien y mal en nuestras experiencias, y que se supone constituya la realidad.
De modo que cuando los físicos hablan de este modo, no es de sorprender que haya otras personas que cuestionen la exactitud del cuadro presentado por los sentidos físicos. Algunas de estas personas han hallado que existe otro sentido, el que puede mostrarnos un cuadro más realista, más valedero. Este otro sentido les ha dado buenos resultados para corregir las imágenes distorsionadas de la vida. Me refiero al sentido espiritual, que es la base de la percepción espiritual.
Para quienes no estén familiarizados con el término, les diré que "sentido espiritual" es el opuesto exacto del sentido físico. Allí donde la discordancia física parece presentarse, el sentido espiritual nos muestra la realidad espiritual. Donde los sentidos físicos nos muestran un cuadro triste, inestable, desarmonioso, limitado o distorsionado, una mezcla cambiante de bien y mal, allí mismo, a pesar del cuadro físico, nuestra percepción espiritual nos muestra una imagen estable en la que podemos confiar — nos muestra los verdaderos hechos espirituales. La percepción espiritual nos indica que la libertad, la armonía, el éxito y la satisfacción permanentes no se hallan en la materia, sino en el Espíritu. Nos demuestra lo que es real y verdadero, una imagen totalmente espiritual, cierta y buena. Y a medida que asimilamos esta imagen, comenzamos a experimentar el bien en cada experiencia de nuestra vida diaria.
En su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana*, nos dice lo que es el sentido espiritual, cuando escribe: "El sentido espiritual es una capacidad consciente y constante para entender a Dios". (2) Y puesto que Dios es el bien infinito, el sentido espiritual es, entonces, una capacidad consciente y constante de comprender el bien, el verdadero bien, el bien que es espiritual, el bien que es Dios.
Como Uds. saben, la palabra percepción se relaciona con "observación", "discernimiento", "la formación de una imagen mental". Cuando nuestro discernimiento parte desde el punto de vista de Dios, el bien, a quien la Biblia define como Espíritu, nuestro horizonte mental se expande hacia una nueva dimensión — la dimensión de Dios, el Espíritu — una dimensión ilimitada, armoniosa y perfecta, sin un solo elemento de materia restrictiva ni de mal. Entonces, sea lo que fuere lo que presenten los sentidos físicos, nosotros ponemos nuestra confianza en la evidencia contraría, la evidencia del sentido espiritual. Esto no es sólo ver lo que creemos, sino ver lo que es verdadero.
La creación de Dios no es material, puesto que Dios es Espíritu. Su creación es totalmente espiritual — esto es, no está limitada a tiempo, espacio ni a condiciones físicas de ninguna especie. En la creación de Dios siempre existe la armonía puesto que Dios mantiene el orden y el control sobre ella. Y cuando hablo de la creación divina, incluyo todo el universo espiritual, todo lo que es espiritualmente bueno y verdadero, substancial y permanente — y al hacerlo, incluyo también al hombre, que es la imagen y semejanza de Dios.
La Biblia habla de Dios como Amor, además de Espíritu. Dios jamás se olvida del hombre, puesto que Dios es el Amor divino e infinito. Esta es otra razón por la cual, por medio del sentido espiritual, — esto es, por medio de esa "capacidad consciente y constante para entender a Dios" — podemos mantener frente a nosotros un cuadro de armonía, un cuadro de salud, una imagen de progreso y de permanente satisfacción. Dios, el Amor, se preocupa por toda Su creación y tiene un plan de armonía para cada uno de nosotros.
Este cuadro que acabo de describir es el que podemos ver reflejado en nuestras vidas mediante la percepción espiritual: un cuadro permanente de armonía.
Cuando contemplamos una situación por medio del sentido espiritual, vemos las cosas como Dios las ve. Lo que parece distorsionado para los sentidos físicos se corrige mirando a través de lo que podríamos llamar la lente del Espíritu.
¿Por qué precisamos de esta lente? Bien, busquemos un ejemplo. Un relojero necesita de una lupa especial para distinguir las piezas más pequeñas de un reloj. Un astrónomo necesita de un telescopio para estudiar las estrellas y los planetas desde la tierra. Los sentidos físicos son inadecuados para percibir ya sea lo infinitésimo o lo infinito aun entre las cosas físicas. Y, como podrán imaginarse, los sentidos físicos deben ser más inadecuados aún para percibir las realidades espirituales. Por eso necesitamos de la percepción espiritual, o la lente del Espíritu, para discernir la realidad divina, que siempre es un cuadro de armonía.
No hace muchos años, cuando comenzaba mis estudios de la Ciencia Cristiana, decidí cambiar de profesión y trabajar en el comercio. Aunque había recibido un título en contabilidad, me faltaba la experiencia práctica requerida por la mayoría de las firmas.
De manera que el cuadro humano era bastante incierto, especialmente porque no había muchas oportunidades de trabajo para mí. Conversé acerca de esta situación con una practicista de la Ciencia Cristiana. Quizás debería explicar que un practicista de la Ciencia Cristiana es un Científico Cristiano que se dedica plenamente al ministerio de la curación espiritual. Esta persona entonces, se comprometió a ayudarme por medio de la oración — esa oración científica que depende del sentido espiritual.
La practicista muy pronto percibió que yo estaba contemplando demasiado el cuadro presentado por los sentidos físicos. Me dedicaba demasiado a especular y a razonar humanamente. De manera que el primer paso que había que dar era apartarme de esa imagen distorsionada de la pantalla, por así decirlo, para contemplar las realidades espirituales internas. La practicista me dijo con bastante vehemencia: "Tu verdadera actividad es glorificar a Dios, el Espíritu, en tu vida diaria". Esta declaración fue como una sacudida para mí. Percibí que debía despertar para contemplar las posibilidades infinitas que Dios tiene para todos Sus hijos. Debía romper ese hipnotismo, por así decirlo, causado por el temor de no poder obtener un buen empleo y quedarme sin fondos en el banco.
La practicista entonces me recomendó que estudiara un himno de la Ciencia Cristiana. Algunos de Uds. se preguntarán qué tiene que ver un himno con encontrar un empleo. Bien, les diré que estos himnos están llenos de pensamientos inspirados que hablan de la supremacía de Dios. Abrí mi himnario y leí lo que me había recomendado, que dice así:
"Diariamente se calmó
de los hombres el afán
con maná que Dios envió.
Danos hoy, Señor, el pan". (3)
Aquí se me presentaba un mundo nuevo de ideas espirituales para que yo percibiera. Primero, el concepto de estar activo glorificando a Dios. Y luego, estos pensamientos del maná — la substancia espiritual — cayendo abundantemente sobre la creación de Dios.
¿Cuál fue el resultado de haber acudido al Espíritu? Por medio de la lente del Espíritu percibí más claramente la naturaleza espiritual de la provisión y de la actividad. A los pocos días una amiga me llamó por teléfono para comunicarme que había una oportunidad de trabajo en una firma muy buena en nuestra ciudad. Y al poco tiempo ya me encontraba trabajando allí.
Es importante que recalque lo siguiente: Mi necesidad humana inmediata fue satisfecha por medio de este empleo. Pero, en realidad, el cuadro distorsionado de desempleo fue corregido mediante mi creciente percepción de la actividad correcta del hombre, la glorificación de Dios, expresando el Espíritu divino en un grado más elevado. Y esto fue lo que obtuve realmente: progreso espiritual.
Esta experiencia que acabo de relatar es una clara ilustración de cómo el sentido espiritual — según se enseña en la Christian Science — puede ofrecer beneficios prácticos en nuestra vida diaria. Christian Science, que quiere decir Ciencia Cristiana, es el nombre que la Sra. Eddy dio a su descubrimiento. Este método es eficaz y se basa enteramente en el método de Jesús para restablecer la armonía.
Cada uno de nosotros posee percepción espiritual, pero debemos descubrirla por nosotros mismos. En realidad la percepción espiritual fue lo que condujo al descubrimiento de la Ciencia Cristiana. Esto ocurrió en el nordeste norteamericano, en una región conocida como la "Nueva Inglaterra".
Este descubrimiento fue para Mary Baker Eddy un proceso gradual de maduración espiritual. Ella conoció cuadros de sufrimiento, dolor, fracaso, soledad y hasta se enfrentó con la muerte. Los sistemas materiales que experimentó — aun cuando a veces parecieron ofrecer alivio temporario — probaron ser inadecuados.
Para poder descubrir la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy tuvo que apartar su mirada de la materia y así hallar da única causa, el Espíritu, Dios, quien produce y mantiene la armonía eterna en toda Su creación. La Sra. Eddy obtuvo este conocimiento por medio de su oración; mediante el estudio y la aplicación de las palabras y el ejemplo de Jesús. Jesús corregía las situaciones inarmoniosas al acudir a Dios, el Espíritu. Respecto a este método espiritual la Sra. Eddy escribe: "(Jesús) penetraba por debajo de la superficie material de las cosas y encontraba la causa espiritual". (4)
Aquí estaba la solución de la Sra. Eddy: utilizar su percepción espiritual. En su búsqueda, ella no fue sostenida ni alentada por ayuda humana, sino por su paciencia, obediencia, receptividad, humildad y compasión. El ejercicio de estas cualidades preparó su pensamiento para el desarrollo de cualidades aun más elevadas, como sabiduría, pureza, comprensión espiritual, y amor. Todas estas cualidades apoyaron su creciente percepción espiritual.
¿Qué fue lo que vio a través de esta lente espiritual? Comenzó a percibir la realidad espiritual. Discernió la armonía no como un estado humano agradable y accidental, sino como el estado permanente y espiritual del ser.
El acto de mirar en dirección al Espíritu, la condujo a percibir que ni la realidad ni la armonía se hallan jamás en la materia, sino totalmente en el Espíritu. Contempló la materia como un engaño de los sentidos físicos.
El cuadro mortal entonces fue corregido. Venció la sugestión de la muerte, recobró su salud, y mejoró la situación financiera. Su descubrimiento marcó un momento importante en la historia del cristianismo.
Había descubierto la manera de percibir la armonía. Por medio de la percepción espiritual vio la realidad divina como armoniosa y permanente. Percibió al hombre creado por Dios, no como una personalidad material, sino como una idea espiritual. Por supuesto, el resultado dé esta percepción fue la curación y la armonía, no sólo para sí misma, sino también para otras personas.
La Sra. Eddy describe este momento trascendental de percepción espiritual acerca de Dios y del hombre con éstas palabras:
"El ser era hermoso; su substancia, causa y corrientes, eran Dios y Su idea. Había yo tocado el borde de la Christian Science". (5)
Y esto es lo que Mary Baker Eddy dio al mundo como resultado de la visión y revelación espiritual que recibió de Dios: la Ciencia Cristiana, un sistema de discernimiento espiritual y una disciplina espiritual que parte de Dios, el Espíritu, como la única causa, el creador único, como el Todo-en-todo.
La percepción espiritual, basada en el sentido espiritual, nos permite ver al hombre relacionado solamente con Dios, el Espíritu o Amor divino, y no relacionado con la materia. Esta relación espiritual, cercana e íntima, permite al hombre disfrutar de una existencia permanentemente armoniosa.
Ahora bien, surge la pregunta: "¿Cómo desarrollar esta percepción?". Volvamos a nuestro ejemplo del telescopio. Como saben, el funcionamiento del telescopio se basa en la refracción de los rayos de luz a través de una lente. Algunos instrumentos funcionan mediante el reflejo de rayos de luz sobre un espejo cóncavo. Ahora bien, nuestra "lente" de percepción espiritual no se compone de elementos materiales provistos de cualidades físicas — sino que está compuesta sólo de cualidades espirituales. Estas cualidades espirituales se hallan dentro de nosotros. Y tienen que ser desarrolladas si queremos ver un cuadro armonioso en nuestras vidas.
Las cualidades espirituales son numerosas. A medida que aumentamos nuestra percepción espiritual iremos descubriendo más cualidades. En realidad aumentan a medida que hacemos uso de ellas diariamente.
Permítanme que me refiera brevemente a algunas de estas cualidades. El regocijo, por ejemplo. El regocijo no se obtiene como resultado de realizaciones o condiciones humanas. Sino que es el resultado de nuestra comprensión de verdades espirituales. ¿No es esto lo que el Salmista dio a entender al escribir, refiriéndose a Dios: "En tu presencia hay plenitud de gozo"? (6) Cuando percibimos que Dios es Todo-en-todo, naturalmente comprendemos que Dios está siempre presente. Y entonces siempre podemos encontrarnos en un estado de regocijo, ya que percibimos que siempre estamos en presencia de Dios. Y donde Dios está, allí hay libertad y armonía. Y podemos saber esto, no importa lo que parezca presentarse, puesto que ésta es una verdad espiritual.
Otra cualidad es la paciencia. Las grandes realizaciones de Jesús se debieron en gran parte a su paciencia. Paciencia no como una actitud pasiva de apatía, sino como una dinámica actitud de confianza de que Dios es Todo. Tal paciencia era el resultado de una percepción espiritual altamente desarrollada, mediante la cual él podía ver al hombre como la imagen y semejanza de Dios, como una idea espiritual individual, perfecta, pura y honesta.
La paciencia de Jesús era una capacidad constante de esperar en Dios. Nunca se mostró ansioso ante una situación discordante porque miraba en la dirección correcta, dentro de la consciencia humana. Allí percibía que los sentidos físicos engañosos eran la causa aparente de los cuadros distorsionados. Y aún más importante, Jesús percibía las verdades espirituales que se originan en Dios, la consciencia divina. Con estas verdades espirituales él corregía las mentiras y los engaños del sentido físico — y demostraba que eran irreales.
La humildad y la receptividad son otras cualidades que podríamos mencionar. Nuestra percepción espiritual se desarrolla realmente cuando estas cualidades se hallan activas en nuestra experiencia diaria.
La humildad es una cualidad importantísima. Ya que la humildad es el discernimiento de que Dios es la única Mente. La humildad es la comprensión de que el hombre es capaz de pensar y actuar inteligentemente no debido a un poder personal propio, sino debido a que el hombre refleja la única Mente, que es Dios.
También podríamos decir que la receptividad es nuestra capacidad de percibir la palabra de Dios. Una definición de "receptivo" es "capaz o inclinado a recibir ideas". (7) Todos nos sentimos más o menos capaces de recibir algo, pero a veces la pretensión mortal es que no nos sentimos inclinados a recibir el mensaje de Dios y a obedecerlo. Sin embargo, por medio de esta cualidad de receptividad, desarrollamos nuestra capacidad de aceptar que en Dios "vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser" (8) como dice San Pablo.
Pero, ¿qué decir de la desarmonía y el mal que vemos todos los días en los periódicos o en la T.V. — sin mencionar nuestros propios problemas o los de nuestros amigos?
Bien, esto es el resultado de contemplar al hombre y al universo por medio de los engañosos sentidos físicos que nos presentan estos cuadros distorsionados. No obstante, esto no quiere decir de manera alguna que la Ciencia Cristiana sea descuidada o negligente respecto al mal. Ni tampoco que la Ciencia Cristiana no sienta compasión por aquellos que sufren a causa del mal. Pero sí quiere decir que la Ciencia Cristiana se niega a aceptar el mal como si fuera verdadero; el mal como parte real o permanente de nuestra experiencia. Lo que la Ciencia Cristiana hace es trabajar vigorosamente para corregir el mal por medio de la utilización de la lente de la percepción espiritual.
Utilizar esta lente no es una actividad física como el contemplar las estrellas o la luna por medio de un telescopio. Sino que es una actividad mental y espiritual. Es mental porque utilizamos nuestros pensamientos. Y es espiritual porque se basa exclusivamente en Dios. Está basada en la comprensión científica de que Dios es el autor del hombre y del universo — Dios como el protector permanente de esa armonía que caracteriza Su obra.
De modo que cuando los sentidos físicos presentan un cuadro distorsionado, podemos probar lo práctica que es esta lente, o sea, la percepción espiritual. Esta lente nos permite mirar en la dirección correcta, mirar hacia la solución, y así corregir la imagen distorsionada.
Esto fue comprobado por un buen amigo mío, estudiante de Ciencia Cristiana. Se hallaba él de vacaciones con su familia en un país extranjero. Mientras daban un paseo chocaron contra otro auto. Cuando llegó la policía, lo llevaron a mi amigo a un hospital en estado crítico. Su familia llamó por teléfono a un practicista de la Ciencia Cristiana que se hallaba a varios cientos de kilómetros de distancia para que lo ayudara por medio de la oración. Mi amigo entonces comenzó a demostrar síntomas de mejoría.
Al día siguiente, el practicista les preguntó si deseaban realmente confiar por completo en medios espirituales para obtener la curación. Todos ellos concordaron y decidieron sacar inmediatamente a mi amigo del hospital. Firmaron una declaración eximiendo a las autoridades médicas de toda responsabilidad. Luego mi amigo fue llevado a un sanatorio de la Ciencia Cristiana donde recibiría todos los cuidados y la atención necesaria sin recibir medicación material alguna.
Había varios cuadros distorsionados y materiales que necesitaban ser corregidos, dado que el dolor y el temor ocupaban gran parte de los pensamientos de esta persona.
La oración y el estudio de la Biblia y del libro Ciencia y Salud le brindaron un mayor discernimiento espiritual. Y mediante el razonamiento basado en la percepción espiritual, tanto el practicista como el paciente trabajaron juntos para dirigir la mirada en dirección al Espíritu. El paciente también fue alentado a desarrollar esas cualidades espirituales de las que hemos hablado, para fortalecer y aclarar su percepción espiritual.
Mediante esta actividad espiritual mi amigo comenzó a percibir que el cuadro del accidente era una ilusión de los sentidos físicos y no una realidad divina. Y sabía que el sentido espiritual era el único verdadero, el único a ser tomado en consideración. De esta manera pudo contemplarse espiritualmente, erradicando así el cuadro mortal impreso en su pensamiento.
En esta emergencia mucho lo ayudó el hecho de que trataba de hallar la armonía en el Espíritu, en lugar de contemplar la materia. Y buscar la armonía en el Espíritu significaba que la materia no podía invadir la jurisdicción de Dios, donde vivía su verdadero ser.
La siguiente declaración de la Sra. Eddy lo ayudó mucho: "No podemos negar que la Vida se sostiene a sí misma, y nunca deberíamos negar la armonía eterna del Alma, simplemente porque para los sentidos mortales exista aparente discordancia".
Y luego agrega: "Es nuestra ignorancia de Dios, el Principio divino, lo que produce la discordancia aparente, y el entendimiento correcto de El restaura la armonía. La Verdad al fin nos obligará a todos a cambiar los placeres y dolores de los sentidos por los goces del Alma". (9)
Mi amigo sabía que Principio, Verdad y Alma eran sinónimos de Dios en la Ciencia Cristiana. Comenzó a percibir que aumentando su receptividad a todas estas verdades, corregiría el cuadro humano. A las pocas semanas se encontraba libre, sano, y hoy no hay ni vestigios de accidente.
El cuadro distorsionado se corrigió al desarrollar la percepción espiritual, al utilizar las cualidades de regocijo, paciencia, humildad y receptividad, al mirar en dirección al Espíritu, y obrar consecuentemente, en lugar de contemplar meramente el cuadro material.
Este sistema de corregir los cuadros desarmoniosos por medio de la percepción espiritual es privativo de la Christian Science. Aunque, como dijera anteriormente, se basa en el método sanador de Jesús. Jesús restableció la armonía en múltiples casos porque él comprendía muy claramente que la armonía discernida por medio de la percepción espiritual es la realidad permanente del ser. También enseñó a sus discípulos a desarrollar su sentido espiritual y a curar como él mismo lo hacía. Por cierto, Jesús esperaba que todos sus seguidores hicieran lo mismo, los seguidores de todas las épocas — y esto significa Uds. y yo, todos.
Cristo Jesús conocía y demostraba la permanencia de la realidad espiritual. Él es nuestro mejor ejemplo de percepción espiritual ilustrada. Él es el maestro de la percepción espiritual con la cual vemos la permanencia de la armonía. La percepción espiritual se basa en el sentido espiritual; el único sentido verdadero del hombre. Jesús había desarrollado este sentido espiritual a un grado que le permitía percibir todo espiritualmente, sin importar cuán oscuro fuera el cuadro material.
Las pretensiones de los sentidos físicos nunca lo alarmaban. Sabía que él podía corregir los cuadros distorsionados de la vida humana simplemente mirando a través de la lente de la percepción espiritual. Y lo hacía constantemente.
Mediante el sentido espiritual percibió a Dios como Espíritu. Tenía la idea verdadera de Dios en su consciencia, y esta idea verdadera de Dios es el Cristo, la Verdad. Por lo tanto, no podemos separar a Jesús del Cristo aunque, en cierto sentido, tienen que ser distinguidos: Jesús, el hombre humano, y Cristo, la idea verdadera de Dios a la que Jesús expresaba tan plenamente.
La Sra. Eddy nos ayuda a comprender la naturaleza de este Cristo-idea cuando escribe: "El Cristo es la idea verdadera, proclamando el bien, el mensaje divino, que viene de Dios a los hombres, hablando a la consciencia humana. El Cristo es incorpóreo, espiritual, — es la imagen y semejanza divina, que disipa las ilusiones de los sentidos". (10)
Jesús percibía a Dios como Espíritu debido a la actividad del Cristo, la Verdad, en su consciencia. Fue el Cristo lo que le permitió a Jesús reflejar todas esas cualidades espirituales que lo dotaron de percepción espiritual. Esas cualidades corregían todo lo que fuera inarmonioso, lo que pretendiera oponerse a la creación divina.
Jesús percibía al hombre como relacionado solamente al Espíritu. Para Jesús, el hombre era espiritual, por siempre reflejando las cualidades de Dios. Esto fue evidente cuando dijo: "Yo y el Padre uno somos". (11) Con esta declaración hacía énfasis en la unidad entre Dios y el hombre. Estaba declarando tácitamente que el hombre siempre puede disfrutar de la armonía divina porque no hay nada que pueda separar al hombre de Dios.
Con esta comprensión de la realidad Jesús corregía cualquiera y toda situación humana discordante. La inmoralidad, la enfermedad, la muerte, el sufrimiento, la tristeza, la injusticia, se hallaban entre los cuadres distorsionados que Jesús sanaba.
La percepción espiritual de Jesús también lo llevo a demostrar que la abundancia o provisión — es decir, el ingreso, la remuneración o el sustento — es espiritual. Por medio de esta comprensión él corregía el cuadro inarmonioso de pobreza. El desarrollaba las cualidades espirituales en aquellos que lo rodeaban. Los ayudó a desarrollar su percepción espiritual de modo que ellos pudieran obtener los beneficios que resultan de mirar en la dirección correcta, acudiendo al Espíritu, no a la materia, como la fuente infinita del abastecimiento.
Así es como él pudo alimentar a una multitud con cinco panes y dos peces. ¿Qué presentaba el cuadro mortal allí? ¿Era falta de provisión necesaria para satisfacer una necesidad humana? La Biblia dice que Jesús "tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielos bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud". (12)
Yo hallo de especial significado esa frase que dice: "levantando los ojos al cielo". El no miró en la dirección del cuadro humano, sino que miró hacia el cielo. Ahora bien, este cielo no es físico. La Sra. Eddy define el "cielo" como: "La armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad; felicidad; la atmósfera del Alma". (13)
Ahí es exactamente donde Jesús dirigía su mirada; contemplaba la situación mediante la lente del Espíritu. El resultado, por supuesto, fue que "cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños" recibieron los beneficios de su abundante sentido de provisión espiritual. Probó que obtenemos buenos resultados, que vencemos la limitación material, cuando miramos en la dirección correcta, en dirección al Espíritu.
Es interesante notar que de acuerdo con el evangelio de San Mateo, Jesús también alimentó en otra ocasión a cuatro mil hombres, además de las mujeres y los niños, cuando el cuadro humano no indicaba comida suficiente más que para unas pocas personas. Su percepción espiritual era verdaderamente nacida de esa "constante" capacidad de comprender a Dios.
En la realidad absoluta del reino de Dios, nosotros no producimos salud, armonía, abundancia, ocupación, compañía o cualquier otra expresión de bien; ya están establecidas. Jesús demostró que ya se hallan presentes en la creación de Dios. Al aprender de él y al seguir su ejemplo, todo lo que tenemos que hacer es discernir este hecho espiritual, aceptarlo, vivir de acuerdo con él, y entonces se hará evidente en nuestra experiencia humana.
Cuando miramos a través de la "lente" de la percepción espiritual, como Jesús lo hacía, comenzamos a comprobar que la armonía es permanente y universal. Y esto no está limitado a una cierta época, o a un momento determinado, o restringido a ciertos individuos. Tampoco se trata de un ejercicio intelectual. Es un discernimiento espiritual que puede usarse bajo cualquier circunstancia, sin importar el cuadro presentado por los sentidos físicos.
Permítanme ilustrar lo que puede suceder cuando seguimos el ejemplo de Jesús en la actualidad y cuando usamos nuestra percepción espiritual como él nos enseñó a hacerlo.
Hace algunos años acostumbraba visitar un establecimiento penitenciario como parte de mis actividades regulares en la Ciencia Cristiana. La labor consistía en ayudar a los reclusos por medio de la oración cuando así me lo solicitaban.
Un día un oficial me dijo que había un recluso que quería verme. Me advirtió que, de acuerdo con las autoridades médicas, se trataba de un "delincuente con perturbaciones mentales" — esto es, un individuo que se había convertido en criminal debido a una deficiencia mental. Este hombre había estado concurriendo a los cultos religiosos de la Ciencia Cristiana celebrados en la penitenciaría y ahora trataba de buscar ayuda por medio de la oración en la Ciencia Cristiana. Cuando lo trajeron a la celda donde yo lo esperaba, se hallaba sufriendo de intensos dolores de estómago. Me dijo que los médicos de la prisión consideraban necesario operarlo.
Bueno, el cuadro no podía ser más alarmante y desalentador. Pero le dije algunas de las verdades acerca de Dios y el hombre que Uds. han escuchado hoy. Ese individuo parecía que no tenía la capacidad de asimilar estas ideas. No obstante, escuchó atentamente. Cuando me fui le aseguré que lo ayudaría orando por él.
Al llegar a mi automóvil, me invadió una profunda compasión por ese individuo. Con esa compasión vino también la comprensión de que tenía que apartar mi mirada del cuadro que presentaban los sentidos y percibir la verdad espiritual acerca del hombre; su existencia armoniosa como una idea espiritual, protegida y cuidada por Dios, el Amor divino.
Esa persona no se encontraba sola. Dios era su Padre, y el amor de Dios jamás abandona a Sus hijos, ni los deja a merced de condiciones materiales.
El Cristo, la Verdad, que me había permitido percibir que la armonía es el estado natural y permanente del hombre, también estaba en su consciencia. El Cristo le permitirá también a él percibir su perfecta individualidad como idea de Dios.
Durante la semana oré de esta manera, corrigiendo en mi propio pensamiento los cuadros o imágenes presentados por los sentidos materiales. Declaré y afirmé que ese individuo podía ver la verdad de la situación mediante su percepción espiritual, esto es, mediante la lente del Espíritu.
El resultado de
está contemplación mental y espiritual, este cuidadoso análisis y
reconocimiento de una realidad permanente, armoniosa y universal se produjo
luego de una semana. Durante mi próxima visita semanal, encontré a este hombre
tranquilo, libre de dolor, sonriendo en señal de gratitud. Y me dijo: "Los
doctores dijeron que ya no hay más necesidad de operarme. El dolor se fue".
¡Qué momento de alegría para ambos! Qué experiencia tan sagrada es la glorificación de Dios cuando percibimos y aceptamos la armonía y la perfección del Amor divino, Dios, y de su idea, el hombre.
Con seguridad que el recluso no comprendió la actividad de la percepción espiritual. No obstante, sintió los efectos, Y ese efecto fue la curación.
La percepción espiritual que cura a los hombres es la dádiva de Dios a todos nosotros. El amor infinito, la misericordia y la compasión de Dios posibilitan esta percepción,
Tenemos que hacer uso de nuestras cualidades divinamente conferidas, ejercitarlas en el diario vivir — crecer en sabiduría, paciencia, compasión, humildad — y permitir que éstas se desarrollen en un proceso natural de continuidad espiritual. Tenemos que mirar en dirección a Dios. Como lo dice la Sra. Eddy: "Tenemos primero que volver nuestra mirada en la dirección correcta, y luego seguir por ese camino". (14)
Si a veces nos sentimos enfrentados por los cuadros distorsionados que nos presentan los sentidos físicos, recordemos al hombre que reparaba aparatos de televisión. El no se alarmaba por las imágenes torcidas. Simplemente miraba dentro para corregir el origen del problema. También nosotros podemos hacer lo mismo. Podemos mirar "adentro", introspectivamente, lejos del sentido material, "por debajo de la superficie material de las cosas". Entonces hallaremos la "causa espiritual", la realidad permanente y universal que siempre presenta un cuadro de armonía. Esto significa mirar por medio de la "lente" del Espíritu. Y esto es mirar en la dirección correcta.
*Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens
1. The Christian Science Monitor, 12 de febrero de 1973, pág. 11.
2. Ciencia y Salud, pág. 209.
3. Cien Himnos del Himnario de la Christian Science, N° 46.
4. Ciencia y Salud, pág. 313.
5. Retrospección e Introspección,
pág. 23.
6. Salmo 16:11.
7. Webster's Seventh New Collegiate Dictionary, G. & C. Merriam Company, Publishers, Springfield, Massachusetts.
8. Hechos 17:28. (Según la Versión Moderna de la Biblia).
9. Ciencia y Salud, pág. 390.
10. Ibid, pág. 332.
11. Juan 10:30.
12. Mateo 14:19.
13. Ciencia y Salud, pág. 581.
14. Ibid, pág. 248.
[1975.]
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